Mis padres decidieron llamarme Mario, igual que mi padre. Desde allí
he creído que comparto algo más que un nombre con él, algo así como un signo
que preservaría por siempre. Una herencia que debería defender y mantener. Sin
embargo, con el tiempo pude comprobar que, si bien es cierto, he heredado muchos
rasgos de él, no nos parecemos mucho (Fuera de los rasgos físicos, que es
imposible negarlos)…Y no lo confieso con alivio, ni cinismo…sino quizás con
cierta resignación…Me explico… Mi padre fue siempre el trompeador del barrio,
el pelotero que se escapaba de casa para meter goles en canchas de tierra, el
cantante bohemio de música criolla, el cocinero experto…Todo aquello que
admiraba escuchar en sus historias interminables y que –definitivamente – no
soy, o por lo menos no cotidianamente…
Si hay que identificar un rasgo o estilo de mi padre, éste se
encuentra en el estilo protector, “papá gallina”, quizás llevado a extremos. El
que quería que sus hijos no pasen por las carencias que él pasó en su infancia
y por eso “se rompía el alma trabajando” para que sus hijos tengan todo, el que
insistía que sus hijos varones “coman piedras” para que sean fuertes o que no
toleraba las notas bajas en la escuela. Quizás bastante severo y hasta
intolerante con los errores, quizás ausente por la preocupación de proveer a la
casa con los recursos necesarios. Humano, hondamente humano, finalmente…Con el
tiempo, y después de los típicos cuestionamientos de la adolescencia, pude
reconocer otros rasgos en él: Como la melancolía típica nuestra (Una marca familiar), la sensibilidad, el gusto por la música...
Hoy, mi papá está conmigo cuando lo necesito, como cuando fuí alguna vez llorando a casa ya de adulto, porque se me caía el mundo; cuando necesito que me cuente de mis sobrinos cada vez que llamo por teléfono a Lima; o cuando estoy en momentos de tensión y necesito de su protección...No, no es venga corriendo a protegerme...Pero si aparece esa parte de él que llevo en mí y le digo, por ejemplo, con conchudez al policía que me paró cuando me mudaba a Sicuani con todas mis cosas y sin permisos de mudanza: "¡Por si acaso soy periodista, jefe!, o cuando me ha tocado plantarme ante algún jefe "faltoso" y amenazarlo con pelear a golpes.
Bonus Track:
Aquí algunas películas y canciones que me recuerdan a papá. Feliz día, papito!
Recuerdo haber visto por primera vez el comercial de Ron Pomalca una noche que no quería ir a dormir. La extrañaba y gracias a la maravilla del youtube pude reencontrarla...
Recuerdo haber visto por primera vez el comercial de Ron Pomalca una noche que no quería ir a dormir. La extrañaba y gracias a la maravilla del youtube pude reencontrarla...
"El gran pez" de Tim Burton es una película bacán que trabaja el tema de la memoria para reconstruir la relación padre - hijo. Edward Bloom es un hombre que ha relatado su vida añadiéndole elementos fantásticos y su hijo ha siempre dudado de estas historias. El final de reconciliación con esa figura paterna es muy emotiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario