domingo, 24 de junio de 2012

LA MÚSICA

Esos rostros ya no llevan nuestros nombres,
son dos máscaras perdidas en la noche,
pero, queda la música...
(“Queda la música”. Luis Eduardo Aute)

La música ha sido siempre un lenguaje universal. Una manera de conquistar, una manera de desterrar, una manera de integrar, una manera de ser parte…Cuando todo se acaba, se van los seres queridos, acaba la felicidad… Queda siempre aquello que da marco a nuestros recuerdos, la magia que integra a nuestro presente todo lo que se fue…Todo es etéreo, menos la música…

Desde que recuerdo hubo siempre música en mi entorno, como una presencia física que acompañaba cada momento y mediante un rito mágico lo hacía eterno. ¿De dónde venía toda esa música? Del viejo tocadiscos comprado a crédito, de la cabina de la tienda de discos en la que trabajaba mi tío Ali, de la tonadilla silbada por mi padre cuando planchaba o las películas de Palito Ortega que veíamos con mamá algún sábado por la tarde.


Los Teen Tops llegaron en mi infancia, después de más de una década de haber alcanzado éxito en México, para enseñarnos a bailar al compás de “La plaga” o “Quién puso el bomp” o para ponerme melancólico con “las gotas de lluvia saliendo de mis ojos…”. Toda esta música que escuchaba en la semana entraba en competencia con la música de los fines de semana, es decir los valsecitos y los boleros, los pasillos y los tangos…De esa manera me entristecía el alma escuchando a Lucha Reyes cantándonos su última canción, lamentando que Lucho Barrios sea engañado por su mujer (con el mejor de sus amigos que fue), preguntándome porque Anamelba tendría que aceptar la condena de saber que no la podrán querer…Eso, en medio del “Pájaro azul” de Yola, los lindos ojos de Yolanda de los parchischischis y la apuesta del juego (o llama del fuego?) de los Menudo.



Ya a los 15 años entendí que debía juntar mis propinas y comprar los discos que el tío Ali vendía a mitad de precio en la tienda en donde trabajaba. De esa manera disfrutamos con mi hermano Ringo de Stevie Wonders y el “Part time lover”, compramos nuestro primer disco de Soda Stereo y cambiamos nuestros peinados para bailar al ritmo del “Jet Set” y soñar con ir a verlos alguna vez en el Amauta. En las fiestas de pre promoción de mi hermana Yamili, “la voz” eran los ritmos de Indochina y su amiga (Y luego, nuestra amiga) Katia nos enseñaba a bailarlos. Los Hombres G eran para escucharlos en Camaná esperando a la chica soñada, con los amigos y el mar...   


Hoy la música me sigue sobrecogiendo como en aquellos tiempos y sigue siendo fuente de inspiración, banda sonora y compañera de nuevas historias...Hay mucha música que me gusta hoy, pero eso ya será motivo de otra entrada...

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